Retrato de un comunicador de radio: “Fue como sudar una fiebre…”
GABRIELA ANA LIM
Conversamos con Salvador Báez, quien se desempeña como carnicero en Montreal pero su pasión es la radio. En República Dominicana era locutor y realizó estudios de comunicación social. Le gustó tanto la primera vez que se grabó que fue “como sudar una fiebre”, dice.
Hace 15 años quizás. En el Marché Atwater. Me acerco a una de las tantas carnicerías y arriesgo un de la viande haché?, a lo cual me responden con una voz que sorprende por lo grave: “¿Hablas español?”. Desde aquel día compro carne en la misma carnicería, esperando siempre que Salvador me atienda. Cuando pido milanesas, Salvador se escapa hacia atrás y vuelve con un pedazo de carne que solo él conoce. Y corta las mejores milanesas, las que me permiten acercarme a las costumbres culinarias de mis orígenes.
¿Cuándo comienzas a trabajar en una carnicería?
Fue mi primer trabajo cuando llegué a Montreal en el 77-78. Era un domingo de junio y a los pocos días comencé a trabajar en la carne, en un mercado público como en el que actualmente laboro. En esa época, si a los patrones les caías bien, te enseñaban. Cuando comienzas no te ponen el cuchillo en la mano para hacer cortes. Hay que empezar por abajo, la escoba, barrer, limpiar. Vas observando. Yo no sabía ni una palabra de francés ni inglés. Los tiempos han variado. Antes se compraba más cantidades para dos o tres semanas. Las familias eran más grandes y los precios mas pequeños.
¿Has trabajado en carnicerías latinas?
No, pero había muchos clientes latinos que iban a la carnicería, como en tu caso. Si quieres milanesas, pues te las corto, si no tenemos el corte, vamos a buscarlo o hacemos algo similar. Sé qué tipo de carne elegir y la corto a la manera que me digan. Los cortes se han generalizado desde hace tiempo. Hay cortes que no existían como la bavette o el onglet. Han surgido por inmigraciones de Francia, Italia, Latinoamérica. Es otro concepto: trabajar la carne con gente que pide cortes específicos. No hacíamos eso antes. Ahora me ocupo de servir a la clientela. Hay que colocar la carne en la vitrina, hacer los cortes a la mañana para que cuando los clientes lleguen esté todo preparado. Cada carnicería tiene una presentación distinta dentro de la vitrina. Tenemos una clientela que pide cortes gruesos porque hacen mucho barbecue o al horno.
¿Qué hacías en República Dominicana?
La situación económica era diferente. En mi país, no sabía casi comer carne. Me dedicaba a la radio. Era animador y locutor. Fue mi profesión, mi pasión y mi vida en mi juventud. Aún lo añoro. Era mi trabajo. Vivía con mis padres en Santiago, la capital. Tambien continuaba mis estudios universitarios. Como estaba en la radio, estudiaba comunicación social para ser periodista o reportero. No llegué a completar mis estudios. Estudiaba en una universidad autónoma pero había problemas políticos. Se interrumpían mucho los estudios con huelgas y manifestaciones. Además, ya tenía planes para venir a Canadá.
¿Cuándo decides trabajar en la radio?
En una reunión de amigos. Uno de mis amigos era técnico de radio y le gustaba reparar aparatos. Se puso a grabar con una grabadora.Yo hablo y me dice luego de escuchar la grabación: “tienes un potencial por tu voz, te sugiero que te dediques a la radio, te voy a hacer un aparatito como un teléfono para que grabes y te pones a practicar. Me gustó tanto que fue como sudar una fiebre”.
¿Hacías entrevistas políticas?
En esa época era muy difícil lo político, teníamos una dictadura o semi dictadura. La situación política no era fácil. Había que tener cuidado. La fiebre mía era colocar la música de moda, hacer comentarios sobre canciones, recibir llamadas del público que pedía canciones y dar boletines de noticias cada media hora. Mi pasión fue leer la noticia en vivo, estar frente a un micrófono. La radio era como estar enamorado de una chica, un romanticismo. Por eso me da un poco de nostalgia. Aquí hice algunas horas los domingos en Radio Centre-Ville y Radio Mc Gill pero era voluntario y la cosa como voluntario no dura mucho.
¿Las chicas halagaban tu voz?
Bastante. Esa era parte de la historia que me hacía sentir bien. Creían que era un hombre de 6 pies 5… Y ahí estaba el truco si nos conocíamos personalmente.Las oyentes me conocían por la radio pero yo trabajaba en una cabina donde nadie te veía. Con una voz bien grave, hay gente que se imagina cómo eres y se hace ilusiones: ese hombre debe ser elegante. Se hacen ideas pero la realidad es otra.
¿Ahora en la carnicería, te hacen comentarios por tu voz?
Me preguntan por qué no canto como tenor pero nunca lo intenté. Me dicen: ¡qué voz! ¿de dónde vienes? Y yo le doy a Dios las gracias por mi voz.