Eduardo Contreras: nobles causas
Rodrigo Ortega
A menudo al abogado Eduardo Contreras se le escucha en la radio y televisión chilenas abordando asuntos graves: asesinatos, detenidos-desaparecidos, procesos judiciales, temas durísimos. Fue uno de los abogados querellantes en contra de Pinochet y ahora, otra vez contra viento y marea, está librando una batalla judicial para probar que Pablo Neruda fue asesinado por la dictadura chilena en 1973. Sin embargo y pese al horror de los casos que le ha tocado asumir, su oficio no lo ha endurecido; muy por el contrario, cuando uno se encuentra frente a él, la primera impresión que se tiene es la de estar ante a una persona agradable, sencilla y muy sensible.
De paso en Montreal, en el marco de una serie de conferencias que ofreció, nos contó que ya había venido otras veces a Canadá pero que no había tenido tiempo de observar el paisaje y las ciudades y que los encontró muy hermosos, especialmente Montreal.
En un cálido departamento de Verdun donde lo entrevistamos, le preguntamos cuál es su opinión en relación al exilio chileno. Contreras no vacila en poner el fenómeno del éxodo de sus compatriotas en contexto.
“La historia de las grandes tragedias mundiales, de las guerras, luchas, golpes militares, etc., muestra una experiencia que es casi uniforme, con matices, por cierto, que es el fenómeno del exilio. Nosotros los chilenos, y los latinoamericanos en general, vivimos muy de cerca la experiencia del exilio español y vemos cómo aún quedan organizaciones tanto en México, Colombia, Chile. Los republicanos se organizaron primero contra el franquismo e incluso luego, después del franquismo, mantuvieron algunas formas de organización: todavía están los clubes españoles, por ejemplo”.
Eduardo Contreras, quien vivió su propio exilio en México y Cuba, sabe muy bien de lo que está hablando.
“Digo esto a propósito de que el exilio es una constante y los exiliados chilenos son una expresión concreta en un país amable, en un país que ha sido muy solidario y lejano de Chile, con una forma de vida muy distinta, sin embargo usted y yo estamos conversando los temas de Chile, lo que expresa que ustedes no han perdido su experiencia en los sueños, en la posibilidad de un mundo mejor. Siguen luchando, han hecho posible mi visita a este país. Lo que corresponde es felicitarnos que esto sea así, que no hemos olvidado la sangre derramada en Chile, y sobre todo, que no nos hemos olvidado que es posible construir un país diferente”.
Consultado respecto a aquellos chilenos que se van quedando en los países que los acogieron, Contreras asegura que “es natural que con el paso de los años los chilenos y todos los exiliados, como ocurrió con España, vayan instalándose y quedándose en los países porque la vida tiene que continuar; no puede haber reproche a quienes nunca vuelvan, por ejemplo, por razones de salud, de edad, de familia. Lo importante es que se mantenga siempre el contacto vivo y el apoyo a la lucha en el interior y eso ha sido muy importante”.
Respecto a la importancia de las acciones del exilio chileno, Contreras es enfático en decir que “hay cosas que no se podrán contar nunca, pero yo puedo dar testimonio que a lo largo de estos años ha habido ciudadanos canadienses que no solo fueron solidarios sino que se jugaron la vida en acciones muy importantes y decisivas en el momento de la rebelión popular por la causa chilena y si eso fue así fue porque el exilio de cada país logró introducir el principio de la justicia de nuestra lucha. Si no hubiera habido un trabajo previo en Canadá, en México, en Argentina, en Europa por parte de los exiliados, es muy difícil imaginarse que ciudadanos de esos países hubieran tenido el coraje de asumir acciones que les hubieran podido costar la vida”.
“Hoy mismo, por ejemplo, que estamos trabajando en el caso de la muerte de Pablo Neruda, hay un matrimonio de científicos de la Universidad de McMaster, en Ontario, que están colaborando en el panel de expertos y ellos han sido muy generosos y están trabajando a alto nivel científico junto a peritos de Noruega, de Dinamarca, de Estados Unidos y España”.
La muerte de Neruda
Rodrigo Ortega
El abogado Eduardo Contreras conversó con Pulso acerca de la muerte del poeta chileno Pablo Neruda. El profesional, que es también querellante del Partido Comunista, junto con la familia del poeta y el Gobierno de Chile, sostiene que hay elementos de sobra para afirmar que el deceso de Neruda no tuvo nada de casual. El premio Nobel de Literatura murió el 23 de septiembre de 1973 a los 69 años, doce días después del golpe de Estado que derrocó al presidente Salvador Allende.
Según Contreras, Neruda habría sido asesinado para “evitar que el poeta se convirtiera en una figura emblemática –especialmente a nivel internacional– de la resistencia a la dictadura que encabezó Augusto Pinochet con el apoyo de la CIA y de la derecha chilena”.
En octubre de 1973, Neruda falleció en una clínica de Santiago. En un primer tiempo se ocultó la ficha clínica del poeta, aunque con posterioridad fue hallada. Los querellantes manifiestan dudas respecto a lo consignado en el documento, ya que la ficha señala el ingreso así como la salida del poeta, pero no hace alusión a los médicos que lo atendieron ni a los medicamentos que se le dieron.
El certificado de defunción precisa que Neruda murió de una desnutrición extrema causada por una rápida baja de peso, lo que en la terminología médica se denomina caquexia. Los especialistas señalan que tal estado de debilidad impide llevar a cabo actividades por mínimas que sean. Contreras asegura que “quienes vieron a Neruda los últimos días afirman que el poeta no presentaba esas características. Dicen también que su peso corporal bordeaba los 100 kilos”.
Con posterioridad se supo que el médico que firmó el certificado de defunción de Neruda, “no examinó y ni siquiera vio al poeta, pese a que en el documento consignó que su muerte había sido por caquexia”, señala Eduardo Contreras.
La investigación, que lleva a cabo el juez Mario Carroza, comenzó en 2011 y se basa en las afirmaciones que hiciera a la revista mexicana Proceso el antiguo chofer de Neruda, Manuel Araya.
Araya afirmó que el poeta había sido envenenado por agentes de la dictadura chilena y que para ello se utilizó una inyección que le fue suministrada. Esto lo supo el chofer debido a que Neruda le dijo que le habían inyectado algo en el estómago y que eso le provocaba muchos dolores.
Las pericias que se llevan a cabo actualmente determinaron el hallazgo de fragmentos de un bacilo denominado estafilococo dorado. Esta bacteria no está vinculada al cáncer que padecía Neruda y sería muy probablemente lo que le inyectaron y la causa de su deceso.
“Qué bueno fue haber escuchado al chofer de Neruda, qué bueno fue no haber ignorado ese dato que parecía tan difuso y extraño”, afirma Contreras.
¿Qué expectativas concretas hay de que se llegue a un esclarecimiento?
“Depende del trabajo de los peritos que ahora está en curso y que esperamos tener los resultados hacia fines de año. Si demuestran que se trató de un estafilococo preparado especialmente para matar a Neruda, podríamos procesar y condenar a los médicos y a la enfermera que lo trataron. Pero aun si no se encontraran las pruebas, el conjunto de los antecedentes tiene que llevar inequívocamente a la misma conclusión: Neruda fue asesinado”.