El debate sobre los taxis UberX en Montreal

FOTO: XELHA TAPIA
Uber es un proveedor de servicios que cobra directamente a los usuarios. Los sindicatos critican el hecho que favorece la precariedad y la explotación del trabajo. En vez de ser parte de la nueva economía colaborativa, UberX favorece la desregulación de una actividad comercial cuya reglamentación busca evitar abusos de los consumidores.

MARCELO SOLERVICENS

Los clientes de UberX estaban satisfechos de ese autodenominado servicio de transporte colaborativo de pasajeros, hasta que debieron pagar hasta 6 o 7 veces el precio de los taxis durante los ajetreados días de las fiestas de fin de año. Según algunos observadores, los clientes de UberX no pueden alegar porque ellos aceptaron esos precios en sus celulares. Pero no por ello deben olvidarse las leyes de protección al consumidor que prohíben esas fluctuaciones usureras. Por tal razón, la clínica jurídica Juripop aceptó encabezar un juicio contra UberX .

¿El gobierno tolera un servicio ilegal?

El agresivo modelo de negocios de UberX hace perder clientes a los taxistas tradicionales. Estos critican, con razón, al gobierno provincial porque tolera la competencia ilegal de UberX. Y es que es difícil comprender la negligencia del gobierno frente a UberX, mientras mantiene las condiciones de los taxistas; que tolere un servicio que no paga impuestos mientras hace campañas para evitar la evasión fiscal y el mercado negro. Tanto el anterior ministro de transporte de Quebec como el actual reconocen que se trata de un modo de transporte colectivo ilegal, el gobierno tolera el funcionamiento de las oficinas de UberX y el primer ministro, Philipe Couillard, argumentó que se trataba del transporte del futuro. Los taxistas han protestado. Se han vestido de cowboys para denunciar la ley del far-west que quiere imponer UberX al no respetar la reglamentación, y hasta han copado el aeropuerto Pierre-Elliot Trudeau, donde los taxistas, deben además pagar para acceder a esos clientes. Finalmente, la industria del taxi consiguió que se conformara una comisión parlamentaria para estudiar la situación y proponer cambios.

Otros observadores estiman que si los clientes prefieren a UberX es porque los taxistas no quieren modernizarse. Critican ahora como lo hicieron cuando se instaló el sistema de bicicletas Bixi o el de vehículos compartidos como Communauto. Además detestan que les paguen con tarjeta de crédito o débito y no tenían planes para utilizar nuevas tecnologías para acelerar el servicio.

¿Un plan de negocios colaborativo?

Pero esas críticas no eliminan que UberX no respete las reglas de uno de los sectores más regulados del comercio. Los taxistas pagan costosas licencias, contratan seguros especiales, los choferes son profesionales y sus automóviles son sometidos a revisiones técnicas especiales, sus cobros están fijados por reglamento y no dependen de la demanda, deben pagar la TPS y la TVQ y además desembolsar en impuestos como trabajadores autónomos. Es evidente que el modelo de negocios de UberX depende directamente de poder escapar a todas esos reglamentos : aspira a disminuir sus costos al no pagar impuestos o las licencias de sus choferes, no mantiene una flota de vehículos, no es legalmente responsable en caso de accidentes y recurre a un ejército de abogados para resolver esos problemas. También aprovecha las economías de escala que proporcionan las aplicaciones de nuevas tecnologías en teléfonos celulares. Utiliza logaritmos cuyos criterios escapan a toda reglamentación que le permiten aumentar sus ganancias en periodos de punta.

El modelo de negocios de UberX no es tampoco un servicio colaborativo de proximidad facilitado por las nuevas tecnologías. Su plataforma no permite que se pongan en contacto quien ofrece el servicio y el cliente. Es muy distinto del que ofrecen las plataformas de socio-financiamiento, de intercambio o venta de productos e incluso del alojamiento para turistas. UberX es un proveedor de servicios que cobra directamente a los usuarios. Los sindicatos critican el hecho que favorece la precariedad y la explotación del trabajo bajo la justificación de que sus choferes no son profesionales y que trabajan a tiempo parcial. En vez de ser parte de la nueva economía colaborativa, UberX favorece la desregulación de una actividad comercial cuya reglamentación busca evitar abusos de los consumidores.

La necesidad de la apropiación ciudadana de las nuevas tecnologías

UberX es una empresa multinacional. Fundada en San Francisco, la compañía ha crecido hasta instalarse en más de 310 ciudades. En 2013, Google y TPG invirtieron 3,5 mil millones de dólares elevando su valor a 17 mil millones de dólares. Su ejército de abogados ha debido enfrentar juicios, desde California hasta Portland. Ha sido prohibido en Sao Paulo, Rio de Janeiro y Brasilia, en España, en Francia y Holanda. Fue prohibido en India luego que un chofer de Uber violó una pasajera. La lista es muy larga.

UberX es una multinacional que introduce lógicas lejanas al bien público en el espacio local. Es un plan de negocios que se aprovecha de los espacios no regulados de las nuevas tecnologías facilitados por la globalización neoliberal. El fenómeno UberX, obliga a un debate transversal sobre la necesidad de una mayor apropiación ciudadana de las tecnologías del siglo XXI.

Las multinacionales están ga-nando la carrera a los ciudadanos y es la democracia la que sufre.