Peabirú: el camino sagrado de los dioses
Jorge Zegarra
El Camino de Peabirú, conocido por muchos pueblos originarios de América del Sur como “el camino del sol”, “el camino de los dioses” o “el camino largo”, fue una vía precolombina de 4 mil kilómetros que unió la costa atlántica del sur de Brasil con la costa pacífica de Perú y Chile. Esta ruta de encuentro, trueque y peregrinación entre los incas y los pueblos de la costa brasileña se conectaba al Qhapaq Ñan, la impresionante red de caminos incas que recorrió gran parte del continente sudamericano.
Peabirú es un término tupí que significa “camino de ida y vuelta”. Este camino milenario comenzaba en Cuzco, capital del antiguo Tahuantinsuyo, cruzaba los territorios de Bolivia y Paraguay hasta llegar por dos ramales a la costa del estado de Sao Paulo en Brasil. Por el lado del atlántico, algunos caminos secundarios conducían a los estados brasileños del sur como Rio Grande do Sul y por el lado del pacifico, los caminos se bifurcaban en la costa peruana hacia Arequipa, Moquegua y Tacna.
Expandiendo caminos en busca de territorios
Para Hernâni Donato y Luiz Galdino, dos historiadores brasileños, el camino de Peabirú es obra de los incas. Reconocidos como grandes conquistadores, constructores y exploradores, los incas habrían construido esta vía hasta la costa atlántica para expandir su gran estado en busca de territorios que les aporten diversos productos. Hallazgos encontrados en una posible sección del Peabirú indicarían, según la prueba del carbono 14, que estas construcciones fueron hechas entre 1215 y 1480, lo que podría revelar que este camino fue realizado en gran parte por los incas.
El origen de este camino es aún un misterio. Según una de las hipótesis de la historiadora Rosana Bond, los pueblos guaraníes habrían abierto esta vía cuando emigraron de Paraguay hacia la costa atlántica de Santa Catarina (Brasil), entre los años 1000 y 1300. Ellos buscaban un paraíso llamado “La Tierra Sin Mal”. La historiadora también plantea que este camino se relaciona con la ruta que el Sol traza en el cielo. Los pueblos guaraníes consideraban al Peabirú como un camino sagrado.
Una leyenda mitológica tupí de Brasil atribuye la construcción del Peabirú a un legendario civilizador blanco, barbudo y de tamaño gigantesco llamado Sumé, también conocido por otros pueblos como Zumé, Pay Sumé o Tum. Este semi-dios habría recorrido parte de Brasil en dirección de Paraguay y Perú. En Paraguay, Sumé habría enseñado a los guaraníes fundamentos del derecho y de la organización social, así como técnicas agrícolas y artesanales. Al salir de Paraguay, este legendario personaje habría continuado abriendo camino en dirección de los Andes donde fue llamado “Viracocha”, nombre de un personaje legendario del mundo andino.
El académico brasileño José Alberto Barbosa atribuye este gran logro a los tupi-guaraníes, mientras que otros especialistas creen que son los tapuias. Algunos investigadores van más lejos al argumentar, sin un real fundamento científico, que los sumerios, los vikingos o incluso el apóstol Santo Tomas abrieron y recorrieron el Peabirú. Bond no descarta que este gran logro vial haya podido ser realizado tanto por los incas como por los guaraníes.
A través del Peabirú, los guaraníes tuvieron contacto con los incas por el oeste y con los tupis por el lado de la costa norte de Brasil. Los exploradores y funcionarios incas intercambiaron objetos de oro, plata, cobre y bronce con los pueblos de la costa brasileña, y éstos, por su parte, trocaron frijoles, maíz, sal, conchas y plumas de aves.
Una articulación sociocultural entre diferentes pueblos y un alto conocimiento cultural, científico y cosmológico.
El ir y venir de los incas y los guaraníes por el Peabirú dejaron huellas de una articulación sociocultural entre diferentes pueblos y un alto conocimiento cultural, científico y cosmológico. A lo largo de este camino místico se han encontrado monolitos e impresiones en piedra que muestran solsticios, equinoccios, puntos cardinales, constelaciones e incluso un calendario solar.
En la zona brasileña, algunos tramos difíciles del Peabirú estaban construidos en piedra. Éstos tenían 1,40 m de ancho, 40 centímetros de desnivel y estaban cubiertos con gramíneas, las cuales poseían semillas que se adherían a las plantas de los pies de los caminantes que recorrían esta ruta. Con el correr de los siglos, la unión de pequeños senderos en diferentes ramales pudo haber dado forma al camino de Peabirú. Los guaraníes utilizaban estos ramales para desplazarse por diferentes partes de su territorio en la zona atlántica de Brasil.
Rosana Bond comprobó que también existió un ramal del Peabirú en la costa de Chile. Bond subraya la probabilidad de que los guaraníes hayan construido y completado este camino hace 1500 años. Desde el siglo XIX, han sido encontrados alrededor de 300 topónimos guaranís y muchos restos arqueológicos cerca del litoral chileno.
El primer europeo en aventurarse por el camino de Peabirú fue el portugués Aleixo Garcia, quien llegó hasta las estribaciones de los Andes en 1524. Él era un miembro menor de la trágica expedición marítima compuesta de tres carabelas del piloto mayor Juan Díaz de Solís que buscaba un canal o un mar abierto hacia el oeste para llegar a las islas Molucas (1515-1516). Al ser asesinados y devorados Solís y algunos hombres por los charrúas del Rio de la Plata, la expedición decide regresar a España, pero Aleixo Garcia y varios tripulantes naufragan en la costa brasileña de Santa Catarina. En este lugar, el navegante portugués permanece varios años, donde convive con los carijós y aprende el uso práctico de la lengua guaraní.
Durante una exploración en tierra continental, Aleixo Garcia escucha los relatos de los guaraníes sobre la existencia de la Sierra de la Plata, de un grandioso templo dedicado al Sol y de la presencia de un “Rey Blanco” que gobierna grandes ciudades con tesoros incomparables. En 1522, motivado por estos relatos, el aventurero portugués encabeza una expedición desde Meiembipe con cuatros europeos y cientos de carijós-guaraníes con dirección al Oeste. Siguiendo el Peabirú, Garcia atraviesa el sur de Brasil y parte de Paraguay, y se aventura por los Andes bolivianos donde asalta una veintena de comunidades incas, posiblemente cerca de Potosí.
En reacción a estas incursiones de pillaje, las tropas del Inca Huayna Capac persigue a Aleixo Garcia, quien a pesar de todo consigue enviar de vuelta 40 kilos de objetos de oro y plata a Santa Catarina. En su viaje de regreso, el aventurero portugués es asesinado por los guaycurúes chaqueños en 1525.
El investigador Dick Edgar Ibarra Grasso sostiene que él y sus compañeros pudieron acabar matándose entre ellos por el tesoro. Años después, los guaraníes, los europeos, los jesuitas y los bandeirantes recorrieron el camino que abrió Aleixo García por el curso del río Pilcomayo.
Una impresionante red de caminos
Cabe recordar que el Qhapaq Ñan fue una impresionante red de caminos incas de 60 mil kilómetros que conectaba los pueblos de Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Esta red vial tenía dos grandes vías troncales: el costeño y el andino. Otros ramales enlazaban la selva amazónica y el Gran Chaco con el Tahuantinsuyo. Estos caminos compuestos de calzadas, bordes, puentes y depósitos tenían varios metros de ancho y estaban empedrados en gran parte de su recorrido, a excepción de las vías costeras que se encontraban tan solo demarcadas en sus bordes.
Con el correr de los años, el camino de Peabirú dejó de ser utilizado. Los paraguayos volcaron su interés hacia Buenos Aires y los bandeirantes giraron sus miradas hacia el oro encontrado en Minas Gerais (Brasil). En la década de 1970, un equipo de la Universidad Federal de Paraná identificó alrededor de 30 kilómetros de este camino en la zona brasileña de Campina da Lagoa. Como lugar concreto Peabirú ya no existe, tan solo se conservan pequeños tramos de este camino mítico que seguía la dirección del Sol.
Por siglos, el Qhapaq Ñan fue utilizado por las caravanas, los viajeros, los mensajeros, las poblaciones y el ejército inca. Todas las rutas partían desde el Cuzco. La más importante era la que iba hacia Quito (Ecuador). Actualmente, varios pueblos sudamericanos continúan utilizando algunos tramos de este camino precolombino.
Para muchos, el Peabirú debería ser declarado patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO, al igual que el Qhapaq Ñan lo fue en 2014. Esta designación podría ayudar a la restauración, la conservación y el desarrollo turístico de esta gran vía ancestral que unió a los pueblos de América del Sur de costa a costa.