La bicicleta se abre paso en las calles de Lima
Julie Vivier
Jorge Zegarra
Al igual que otras ciudades del mundo, Lima ha designado a la bicicleta como el medio de transporte más seguro para evitar y contener el contagio del COVID-19. Un paso de gigante para una metrópoli saturada de automóviles cuyo sistema de transporte es caótico, informal y contaminante.
La capital peruana cuenta con 55 ciclovías que no están conectadas, lo que equivale a 227 km a lo largo de 14 distritos. Para el 2022, Lima proyecta habilitar 147 km adicionales para conectar las vías ya existentes con el fin de llegar a 374 km de ciclorutas. Según una encuesta de Ipsos, el 80% de limeños se desplazarían en bicicleta si existiera un sistema de rutas seguro.
En esta ciudad de más de 9 millones de habitantes, la bicicleta no se utilizaba masivamente como medio de transporte hasta hace poco. La bici era mayormente de uso recreativo, a diferencia de otras ciudades latinoamericanas que ya tenían una amplia red de ciclovías como Bogotá (Colombia) o Rosario (Argentina).
En las grandes urbes, el transporte público se ha convertido en un foco de contagio por la proximidad física entre sus usuarios. Por esta razón, la Organización Mundial de la Salud recomendó a la población mundial usar la bicicleta, un transporte individual que permite evitar las aglomeraciones.
A lo largo de los años, las calles y vías de Lima fueron planificadas para favorecer el uso del automóvil, como es el caso de numerosas ciudades latinoamericanas. El auto particular es un símbolo de progreso y estatus socioeconómico. En este contexto, la bicicleta tiende a ser vista como un paso hacia atrás en el indicador de riqueza y nivel social.
En América Latina, la falta de seguridad y de educación vial dificultan el uso de la bicicleta como medio de transporte. «Eso se puede resolver con infraestructura adecuada y reduciendo la velocidad de los vehículos automotores», afirma Bernardo Baranda, director para Latinoamérica del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo en México.
El cambio ya es visible en las calles de Lima: se instalaron semáforos y más estacionamientos para las bicicletas, se peatonalizaron calles, se ampliaron veredas y se redujeron los límites de velocidad en arterias principales. Además, la venta de bicicletas se incrementó en más de 300% y sus importaciones superaron el 685% en agosto pasado. Todo indica que la capital peruana está viviendo una verdadera revolución ciclista que no tendrá vuelta atrás.