El acento: una barrera en la integración laboral calificada de los latinoamericanos

Conclusión del reciente Forum sobre la valorización de la diversidad y la lucha contra la discriminación

GUADALUPE ESCALANTE-RENGIFO

A finales de la década de los ochenta, el caso de discriminación de Luis Zúñiga acaparó la cobertura mediática en Montreal. En 1988, este informático de origen chileno fue despedido debido a su acento español por la entonces Comisión de Escuelas Católicas de Montreal (CECM). Su denuncia fue elevada a la Comisión de derechos de la persona de Quebec, que obligó a la institución a otorgarle una reparación moral y financiera, y contribuyó a la creación de organismos, como el Comité de Coordinación por el Respeto de las Minorías.

Las noticias de la época dan cuenta de la lucha de Zúñiga por demostrar que su despido no tenía ninguna relación con sus capacidades profesionales, sino que se basaba en su manera de pronunciar el francés. La victoria del informático fue catalogada por la prensa como una lección frente a la intolerancia a la diferencia. Treinta años después de este sonado caso, la discriminación lingüística todavía es una importante barrera para la integración profesional calificada de los latinoamericanos en Quebec. Así lo demuestra la Memoria presentada por la Coalición para la integración latino-quebequense al Ministerio de la inmigración, de la diversidad y de la inclusión de Quebec, en el marco del Forum sobre la valorización de la diversidad y la lucha contra la discriminación.

De acuerdo al citado documento, la consulta realizada entre octubre y noviembre de 2017 evidencia que el 70 por ciento de un total de 152 testimonios señalaron el idioma como un motivo de discriminación. El reporte indica que la mayoría de los incidentes se dieron en el trabajo y que un elemento recurrente fue la manera de pronunciar el francés. Según la Memoria, los datos obtenidos en la consulta coinciden con los resultados de una encuesta realizada, en marzo del año pasado, por el Laboratorio interdisciplinario de estudios latino-americanos (LIELA) de la UQAM, la cual indica que el 38 por ciento de 1014 participantes declaró haber sido víctima de discriminación por motivos del idioma.

Frente a esta problemática, la Coalición presentó al gobierno de Quebec cinco recomendaciones, entre las que se encuentran mejorar la oferta de los cursos de francización, teniendo en consideración la fonética, y fomentar la sensibilización de los empleadores y de la sociedad en general sobre el hecho de que hablar francés con un acento no significa hablar mal el idioma.

Zúñiga, quien escribió un libro sobre el tema, considera que la sensibilización tiene que realizarse en todos los niveles de la sociedad y que el gobierno quebequense debe intervenir más eficazmente con los empleadores, no solo para despertar conciencia, sino también para establecer compromisos de contrato a inmigrantes profesionales. “El problema del acento lo vivimos cuando queremos acceder a trabajos de gerencia o calificados. Si uno se queda como parte del montón, probablemente nunca se sienta discriminado. Yo tuve el problema porque me quise destacar”, lamenta.

Para Zúñiga, lo importante es cambiar la manera de pensar con relación al acento en la pronunciación del francés. “Un acento diferente quiere decir que la persona no es de acá. El problema tiene que ver con la intolerancia y el miedo a la diferencia. Mi acento es mi riqueza cultural, forma parte de mí, de mi geografía, de mi familia, de mis padres. Hay que sensibilizar a los empleadores en ese sentido, que no pueden descalificarnos por ello. Por el contrario, es una nueva experiencia, un aporte a la sociedad, porque si nos encerramos en nuestra cultura, no creo que vayamos a llegar muy lejos”, asevera.