Por suerte, ahí está la gente
RODRIGO ORTEGA
Con toda seguridad, usted ya lo habrá notado. Cada vez hay menos servicios personalizados. Las gestiones gubernamentales y empresariales están casi completamente a cargo de respondedoras y de enlaces de Internet para llenar formularios, responder preguntas y concluir cualquier tipo de trámite administrativo.
Es decir: arrégleselas usted mismo como pueda –y qué- dese callado, porque, además, no hay a quién quejarse. Añádale a eso el hecho, no menos agravante, que uno está pagando con sus impuestos todos esos ministerios y entidades públicas. También usted lo sabrá: nadie le hace a uno un favor al responderle una consulta necesaria; uno está solo ejerciendo un derecho, completando una gestión. Estará usted también al tanto que, para colmo de males, esta deshumanización de los servicios va viento en popa, pues se está economizando dinero reduciendo personal en todas partes.
El lado bueno
Lo bueno, sí, es que esta deshumanización genera su propia contrapartida. En efecto, cada vez existe más conciencia de la importancia de desarrollar servicios de proximidad y de fortalecer los estamentos locales. La gente está asumiendo que el bienestar social tiene como primer eje la cercanía, la comunidad; se ha entendido que la brecha que existe entre la lógica administrativa gubernamental y las aspiraciones de las personas es tremenda y que se está avanzando por carriles diametralmente opuestos.
¿Se puede llamar a eso una falta de democracia? Sí. Cuando la gente va por un camino y el Estado por otro se está frente a una crisis de representatividad, como se le denomina por estos días. Hoy uno puede apreciar cómo la gente está construyendo sus propios espacios comunitarios. Se constata un surgimiento de todo tipo de grupos para resolver un sinnúmero de situaciones en las que el Estado se lava las manos o se corre por la tangente. Es el empoderamiento de los ciudadanos y una organización paralela a las instancias gubernamentales.
En Côte-des-Neiges, por ejemplo, varios organismos comunitarios se han unido para impedir el cierre de un Centro Local de Empleo. En varias regiones de Quebec también están surgiendo espacios de organizaciones de ciudadanos para paliar las carencias de los servicios estatales y para exigir, al mismo tiempo, mayor presencia de estos.
Eso es lo bueno que está pasando. Por suerte, ahí está la gente.