¿Qué dice el público?
JAVIERA ARAYA
Cuando yo era chica, todos los sábados, mi familia veía un programa de televisión llamado Sábado Gigante. El programa terminó en el 2015 y fue transmitido durante 53 años a distintos países de América latina, en los que se volvió muy conocido. Aunque en un principio se grababa en Santiago de Chile, fue principalmente producido en Miami, Florida, en español. El animador del programa, Don Francisco, se convirtió en un personaje muy popular entre las y los latinos viviendo en Estados Unidos, los que participaban de distintas maneras en el programa, y entre quienes habitaban distintos países situados al sur del río Grande. Ellos pasaban sus tardes de sábado frente al televisor. Para ser honesta, Sábado Gigante era un programa aburridísimo. No solo se encontraba en absoluto desfase con lo que al mismo tiempo estaba ocurriendo en los países de América latina en los años 70 y 80, sino que también era una mezcla incoherente de temas y de secciones sin trama común. Así, se pasaba del concurso en el que los participantes debían adivinar cuántas personas cabían en un auto – para luego presenciar las contorsiones de más de quince personas para entrar en el auto – a una entrevista a una persona que había vivido una experiencia sobrenatural, o a la madre que encontró a su hijo después de treinta años, para volver a un concurso de canto en el que un “chacal” expulsaba o felicitaba a los participantes.
Ver Sábado Gigante era, para mí, una experiencia aburrida. Sin embargo, había algo que me producía una profunda curiosidad. Cuando Don Francisco entrevistaba al público o a los concursantes, éstos hablaban en español. Algo no me cuadraba: los premios eran en dólares y se hablaba de Florida y de Estados Unidos, ¡pero el programa era en español! A mi temprana edad, yo ya había aprendido que en el país del norte se hablaba inglés, pero aún no había aprendido que las y los migrantes latinoamericanos son parte fundamental de la realidad de ese país. Incluso Sábado Gigante, un programa aburrido, de ninguna manera progresista y sin ninguna intención de defender los derechos de los y las migrantes, era capaz de reconocerlo… En estos últimos días, he recordado a esos migrantes que yo veía en la televisión con mi familia en las tardes de sábado hace veinte años, y he pensado en sus hijos e hijas, los que probablemente viven hoy momentos de incertidumbre. Recientemente, Don Francisco realizó un reportaje titulado Rostros de la Frontera. En él, el animador entrevista a una agente de una patrulla fronteriza en el sur de Estados Unidos, encargada de vigilar la frontera. Descubre que la agente es hija de inmigrantes indocumentados, y aún así trabaja deportando personas. Este reportaje es harto menos aburrido que Sábado Gigante. No sé. ¿Qué dice el público?