Te escribo, Katy *
Rodrigo Ortega
Qué agradable y difícil momento este, el de escribirte. ¿Cómo no dirigirme a ti ahora que ya no estás y que sin duda iba a verte por estos días para acompañarte a comprar una guitarra porque querías dar así comienzo a lo que me dijiste en el último café que nos tomamos juntos en la calle Mont-Royal: “Buscar una manera de expresarme emocionalmente y no solo intelectualmente”? Ese día habíamos hablado de eso, de la pesada carga que llevarías al hacer un doctorado en Geografía Humana y que querías aligerar con una actividad más lúdica, menos racional, como la música.
Pero no pudimos vernos. Tu artículo lo mandaste solo unos días antes de tu trágica muerte, por eso todavía late entre mis papeles con toda la fuerza, convicción y humanidad de los textos que emanaban de tu escritura. Cuando te acercaste en el año 2014 para escribir en Pulso me dijiste que querías redactar temas de turismo, pero no de ese turismo cliché, no de esas notas que nos muestran América Latina solo como doradas playas, discotecas y bares. Querías —y lo lograste en estas páginas— mostrarnos otra cara del paisaje latinoamericano, aquella de su gente, de sus barrios, de sus cotidianos quehaceres.
Por estas cosas, Katy, en estas líneas puedo dar testimonio del calor humano que te caracterizaba. A veces venías por “cinco minutos” a la oficina y nos quedábamos conversando una hora o más, siempre temas interesantes: tus inquietudes de cómo mejorar la página que tenías a cargo, cómo orientarla para que sea no solo relevante sino también que trascienda de alguna manera los lugares comunes que suelen impregnar ese tipo de temas. Siempre lo lograbas.
No te has ido
Pero no te has ido, Katy. El día de tus funerales, los innumerables testimonios de la gente que te conoció dan cuenta de todo el cariño que te teníamos y que se prolongará sin duda por el tiempo infinito. Nos dejaste a todos un gusto de alegría y profundidad que no olvidaremos jamás. Cuando me acerqué a saludar a tu hermano, a quien veía por primera vez, el día de tus honras fúnebres, no pude dejar de emocionarme al ver tus mismos ojos reflejados en él, su misma cara abierta y sonriente. Se lo dije y lo estreché en un abrazo. El mismo abrazo que te dejo ahora y que será para siempre, pues has de seguir viva en nosotros, queridísima Katy.
* Katy Torres, redactora de la página de Viajes, falleció el jueves 8 de octubre en un accidente automovilístico cuando se dirigía de Gatineau a Montreal. Esta noticia nos entristece enormemente pues perdemos no solo a una gran amiga, sino también a una excelente periodista. Katy tenía 30 años y escribía en Pulso desde mayo de 2014.