“Todo lo contado nos hiere menos” — Diego Creimer

FOTO: STEPHANE LAVOIE
Luego de publicar cuentos en varias antologías de literatura hispano-canadiense, el escritor argentino Diego Creimer nos presenta su primer libro como solista. Reconstrucción de hechos (Lugar común, 2016). El próximo 9 de noviembre será presentado en Montreal. Son 17 cuentos escritos con pulso certero, historias bien armadas y conducidas con el talento de un cronista que ficciona la realidad para, a través de su reconstrucción, hablar de la identidad y la memoria. En un café de Verdun, su barrio, esto fue lo que nos dijo.

GERARDO FERRO ROJAS

El tema de la reconstrucción de hechos, además de ser el nombre del primer cuento, es la gran metáfora del libro.

Es así. Reconstrucción de hechos, además de ser un cuento profundamente quebequense, era un cuento que tenía que ver con la reconstrucción de la identidad a través de diferentes formas de la curiosidad, y cómo esta puede llevar a dos personas a lugares diferentes pasando exactamente por los mismos puntos. El cuento es un juego, pero termina siendo, con el libro, una reconstrucción de mí mismo a través de la ficción.

¿Cómo defines Reconstrucción de hechos?

Todos estos son cuentos escritos acá en Canadá. No son cuentos sobre el exilio porque yo no me considero un exiliado, yo salí del país por convicción propia y por curiosidad. Yo me muevo guiado por la curiosidad y eso se refleja en estos textos. Así que son cuentos sobre un espacio nuevo habitado. La primera parte del libro es de ficción libre atada a anécdotas y de vivencias, propias o de otros, ficcionadas. Los últimos cinco cuentos, en cambio, tienen que ver con la experiencia de haber trabajado en la radio pública y de haber visto lo que fueron los ajustes presupuestales de los conservadores, y los esfuerzos desesperados que hacen las personas por conservar sus trabajos; traté de ponerle un poco de humor a eso para tratar de exorcizar lo que fueron esos años.

Tu condición de argentino, con ascendencia española y judía, ahora además canadiense, ¿cómo se ve reflejada en tu libro? ¿cómo te relacionas con la multiculturalidad?

Mi argentinidad es inevitable, está presente y estará presente siempre. Me pueden sacar a mí de Argentina pero no se puede sacar a Argentina de adentro mío. Ahora, en cuanto al tema del multiculturalismo, se trata de un sistema al que no adhiero necesariamente: me parece que ha generado buenos niveles de integración pero que ha terminado creando casi pequeños guetos. Mi amor tiene que ver con una cultura, con una serie de valores a los que adhiero, y sobre todo, hacia la lengua francesa. Si dentro de ese panorama tendría que definirme, quizá me consideraría más como un montrealense o como un quebequense, mucho más que como un canadiense.

Estudiaste astronomía, cine, bellas artes, periodismo, ¿de qué forma te han ayudado todas esas profesiones en tu labor de escritor?

Me han ayudado a contar historias de diferentes maneras. Las ciencias puras te dan una visión del mundo y te dan un rigor lógico en cualquier cosa que practiques luego. El cine me ayudó a contar historias; el periodismo a contar las historias de otros; y la ficción es seguir contando historias, así que siempre es eso lo que he hecho. La voluntad de narrar siempre ha estado presente. La narración es una forma de explorar y es también una forma de curarse. Creo que todo lo contado nos hiere menos.

Acabas de mencionar tu relación con la lengua francesa, ¿cómo es esa relación?

Creo que es una relación neurológica antes que nada. La gramática y la estructura de pensamiento del francés es similar al español, y eso nos genera un lazo enorme. Ese descubrimiento es fabuloso porque significa que en algún momento uno puede empezar a escribir en francés, que es algo que me interesa muchísimo. Mis últimos cuentos están casi todos en francés.

Y tu literatura, ¿va a fluir cada vez hacia el francés?

No lo sé. Ambas lenguas me proporcionan una gran satisfacción. Escribir en español me permite conectarme con mi pasado y, sobre todo, me permite no perderlo. El francés me permite comunicarme con otras personas que no hablan el español, comunicarme con gente de acá y entender mejor el espacio en el que estoy, y eso es fabuloso. Se trata de un muy buen ejercicio, digamos que estoy en la bigamia.