“El olor y el sonido del papel viejo…”
Andaluz de origen, Hermosín ha sabido encontrar “la horma de su zapato”. Lo demuestran sus 20 años de librero en la Librería las Américas. Pero no solo comercializa libros, sino que también los colecciona. ¿Serán los genes heredados de un abuelo apasionado por lecturas cotidianas?
GABRIELA ANA LIM
Hablar con Hermosín es descubrir un viaje sensorial por un universo de libros antiguos. Alguien que por suerte todavía aprecia el olor y el sonido de los libros. No me animo entonces a preguntarle por los tan ubicuos libros digitales. Por lo menos no de entrada… Vayamos por capítulos.
Eres librero de profesión…
Hace 20 años que comencé mi carrera de librero en la librería Las Américas. Encontré la horma de mi zapato por mi pasión que es el libro. Mi abuelo paterno fue el principal promotor de esta afición.
¿Coleccionas libros antiguos?
Poseo una buena cantidad de libros y documentos antiguos. Todo coleccionista, con el tiempo, tiende a desarrollar una especialización en función de sus intereses y de los conocimientos a los que pretende acceder. El olor, al igual que la textura y el sonido del papel viejo, es algo incomparable; habla no solo de su edad sino de su origen y de los hábitos de sus anteriores propietarios. El libro antiguo tiene su propia biografía: los sellos de las librerías o bibliotecas por las que ha pasado, los exlibris de sus propietarios, y las heridas del tiempo, hacen que cada libro antiguo sea único, al contrario de lo que ocurre con los libros recién salidos de la imprenta, que son anónimos. El libro antiguo nos acerca también a la época en la que fue escrito y a su autor; posee un poder de sugestión y de embrujo.
¿Por qué te gusta el libro papel?
Somos seres sensuales. Necesitamos tocar, oler, sentir el peso de los objetos que nos son queridos. En el caso de los libros, verlos en mi biblioteca, acompañándome cuando leo, es para mí una necesidad vital. La geografía del libro me permite, además, una mejor memorización de lo que leo.
Perdón por la pregunta… ¿Y el formato digital?
Tiene su importancia y su sentido. Aunque no siempre es el caso, facilita el acceso a la lectura y es fácil de transportar y almacenar. No me interesa pero reconozco sus ventajas. Ambos formatos pueden coexistir perfectamente. Desde el punto de vista formal y de contenido, el libro en papel saldrá considerablemente beneficiado de este antagonismo.
¿Se lee?
Los índices de lectura muestran que el número de lectores disminuye año tras año. Es el caso del lector ocasional, aquel que lee “por simple entretenimiento”. Los lectores habituales somos muchos y no corremos peligro de extinción. Se lee un poco de todo pero, fundamentalmente, novela y libros de autoayuda. Autores como Isabel Allende, Gabriel García Márquez o Ruiz Zafón, acaparan el interés de una gran mayoría de lectores. La moda y ciertos sucesos de actualidad también dictan los gustos de lectura en cada momento, pero suelen ser pasajeros por definición.
¿Qué lees?
Mi profesión implica una “lectura obligada” encaminada a ofrecer un servicio adecuado a los lectores que visitan Las Américas. Esto no supone ningún sacrificio, por supuesto, aunque sí un cierto conflicto a la hora de elegir mis lecturas personales puesto que mi horario de trabajo no contempla ningún tiempo para la lectura.
Recomiéndanos uno…
Recomendar un libro entre todos es algo casi imposible. “El nombre de la rosa”, del recién desaparecido Umberto Eco, me marcó profundamente. “La sombra del ciprés es alargada”, del español Miguel Delibes, es una de las grandes novelas de la literatura en lengua española. Recomendaría su lectura por cuanto profundiza en la búsqueda del sentido de nuestra existencia y como, a pesar de los pesares, y del pesimismo innato y aprendido de Pedro, su personaje central, vehicula un mensaje de esperanza en lo que somos y en lo que podemos esperar de la vida. Admiro a Miguel Delibes por su coherencia, su humanismo y la honestidad de su escritura.
“Andalucía es una tierra profunda”
—Francisco Hermosín
Nací en un pueblo de Andalucía próximo a la ciudad de Sevilla, en España. Andalucía es una tierra profunda, compleja y diversa, “desconocida” por sus estereotipos. Por mis venas corre la sangre de todos esos pueblos que hicieron del Mediterráneo el “Mare Nostrum”, y que han determinado mi visión del mundo y de sus gentes.
Llegué a Montreal a finales de 1994 en un intento por reconvertir mi presente y a la búsqueda de un futuro más halagüeño. Fue una decisión acertada de la que no me arrepiento, muy enriquecedora tanto a nivel personal como profesional.
Comencé a trabajar en Las Américas en enero de 1996. Su propietario, Francisco González, al que me unía su origen andaluz y su pasión por los libros, me brindó la ocasión de dedicarme profesionalmente al libro.