“Un trabajo de hormigas”

Parte del equipo de l'Hirondelle. De izq. a derecha: Rudy Carlier, Stéphane de Busscher, Claudia Veillard, Nora Solervicens, Sandra Bohbot, Carlos Arancibia. | FOTO: DENIS CRAIG
“Con la satisfacción del deber cumplido”, y luego de 30 años de servicio, Nora Solervicens deja el cargo de directora de l’Hirondelle, una de las más importantes entidades de integración de inmigrantes en Montreal. “Los organismos hemos hecho un trabajo de hormigas. Poco a poco instalamos un discurso que hoy mucha gente hace suyo”, dijo a Pulso.

RODRIGO ORTEGA

Nos recibió en su oficina con una taza de té, del mejor, de ese que abre cauce a una grata conversación. Flotaba en el ambiente esa emotividad de cuando un proceso llega a su término y se transforma, para evolucionar, en otra cosa. En ese sentido, los 30 años vividos en la dirección L’Hirondelle Nora Solervicens los encarna como una etapa que culmina con la “satisfacción del deber cumplido”.

Mientras se desarrolla la conversación y refiriéndose a la labor realizada estas tres décadas en el organismo, los verbos en plural afloran por todos lados :“hicimos”, “hemos creado”, “el equipo”. Un liderazgo basado más en el “nosotros” que en el “yo”. El hecho de estar a la cabeza de un grupo de 25 empleados y 100 voluntarios ha permitido a Nora Solervicens, trabajadora social de profesión, proyectar sus aspiraciones y concretizar sus realizaciones en un campo fértil: un núcleo de personas que gravitan alrededor de objetivos comunes y que han sabido darle credibilidad, continuidad y solidez a uno de los organismos faros de la integración de inmigrantes latinoamericanos en Quebec.

¿Qué destaca de estos 30 años como directora de l’Hirondelle?

Muchas cosas. Antes, en Quebec, los inmigrantes no eran considerados en la sociedad; hoy, sí. L’Hirondelle ha hecho un trabajo muy grande a nivel de la integración laboral de los inmigrantes. Hace años, cuando empezamos nuestro servicio de empleo, hacíamos un boletín dirigido a las empresas, no solo para informarles del perfil de los candidatos, sino también para explicar en qué la diversidad puede beneficiar a la empresa. En esa época era un poco extraño ese procedimiento. Algunos empleadores se preguntaban: “¿De qué están hablando?”. Hoy todo esto parece normal, pero antes, no. Los organismos de ayuda a los inmigrantes hemos hecho un trabajo de hormigas. Poco a poco instalamos un discurso que hoy mucha gente hace suyo. Y ese es solo un ejemplo del trabajo, situaciones como estas hay muchas.

¿Y respecto al acercamiento entre inmigrantes y quebequenses?

Eso es algo que yo considero vital. Hay que crear las condiciones para que se establezcan lazos entre las personas inmigrantes y los quebequenses. Y esa es una tarea que estuvo presente desde el principio en l’Hirondelle. Eso no puede parar porque hay nuevas realidades que ocurren y que pueden crear sentimientos de temor o de desconfianza. El encuentro entre las culturas contribuye a la paz social.

“Humildad, hasta en los éxitos”

Cuando el té ya ha bajado a la mitad de la taza, entramos en el terreno personal y le preguntamos a Nora Solervicens, cuál es su sentimiento al dejar la dirección de l’Hirondelle luego de tres décadas a la cabeza del organismo. No vacila de nuevo en fundir su individualidad en las realizaciones colectivas, en las aspiraciones personales concretizadas en el trabajo de equipo.

“He sentido como un efecto multiplicador de mi profesión. Todo lo que hemos realizado ha sido con el equipo. Con ellos he podido hacer progresar las ideas. Estamos convencidos que tenemos el poder de cambiar las cosas. Yo he tratado de ejercer un liderazgo de contenido y para eso hay que escuchar a la gente. Creo que hay que tener mucha humildad, hasta en los éxitos”.

Y se nos acabó el té y con ello la entrevista. Claro, podríamos haber pedido más té, pero no. Fuimos a hablar de lo esencial y lo hicimos. Salimos con la convicción de que un trabajo hecho con pasión y convicción siempre deja huellas indelebles, no solo en quienes se han beneficiado de esa labor, sino también en quienes la ejecutan. El paso de Nora Solervicens por l’Hirondelle seguirá trascendiendo durante mucho tiempo. Así lo sentimos cuando al salir saludamos a parte del personal que, sin duda, continuará con el noble cometido iniciado hace ya treinta años.