La lucha contra el cambio climático: una obligación ciudadana
Hay urgencia en establecer acuerdos que permitan combatir el cambio climático. La Conferencia de Paris, en diciembre, es la última oportunidad para evitar que la temperatura global del planeta supere los 2 grados Celsius.
MARCELO SOLERVICENS
En ningún lugar como en Quebec y Canadá son más claras las contradicciones de los gobiernos o de las compañías locales o multinacionales. Será muy difícil llegar a un acuerdo eficaz, sin la presión ciudadana sobre los gobiernos.
Uno de esos intentos fallidos, fue la Cumbre sobre los cambios climáticos de Quebec el 14 de abril. Los primeros ministros de las provincias y territorios canadienses lamentaron la ausencia de la provincia de Alberta y la negligencia del gobierno Federal.
Alberta produce más gases con efecto invernadero que todas las provincias canadienses. Ello desmerece los efectos de las reducciones conseguidas por otras provincias. Con ello, Canadá, es el 9º país del mundo cuando se cuenta la contaminación per cápita. Esto es el resultado de la explotación salvaje de las arenas bituminosas en Alberta y de la estrategia de desarrollo basada en la explotación de hidrocarburos del Gobierno Harper. Esta política se traduce ahora en la construcción de oleoductos a través de Quebec, de Columbia Británica o hacia Estados Unidos para aumentar sus mercados y su producción.
Propuestas
El gran avance de la Cumbre de Quebec fue el anuncio de la Primer Ministro de Ontario, Kathleen Wynne, que su provincia adheriría próximamente al Mercado del Carbono establecido por el Estado de California en EE.UU. y Quebec. Con ello, esa estrategia de reducción de gases con efecto invernadero se aplicaría a más de la mitad de la población canadiense.
El Mercado del Carbono es un mecanismo indirecto de reducción de gases contaminantes basado en el juego de la oferta y la demanda. En primer lugar, el gobierno fija los montos máximos de Co2 que puede producir una industria y los transforma en bonos. Cuando una compañía excede ese monto máximo, ella puede comprar bonos a las industrias que no han llegado a ese límite.
De esta manera, se establece una incitación pecuniaria para que las industrias contaminen menos, y ello funciona como una bolsa de valores. El carácter complejo del mecanismo hace que los efectos sean limitados porque se inscribe en la lógica de las empresas, y, además todo depende del precio que se fije para una tonelada de Co2. Algunos observadores critican el hecho que se fija muy bajo el precio de esa tonelada de Co2 como para que se convierta un mecanismo eficaz.
La política del gobierno Couillard para atenuar el cambio climático se acompaña de mecanismos que aumentarán la contaminación. Por un lado, acepta el tránsito de petróleo de Alberta a través de los oleoductos Energie East y, por otro, se propone explotar el petróleo de esquisto en la Isla de Anticosti, un santuario de la naturaleza.
Columbia Británica, prefirió optar por el impuesto al Carbono, que tiene la virtud de ser simple. Busca desincentivar la producción y el consumo de energías fósiles. Se trata en realidad de otra de las respuestas fallidas de adaptación de la lógica productivista al cambio climático: la mal llamada economía verde. Entre esas estrategias mencionemos, la de la captura bajo tierra del carbono para que no afecte la atmósfera, método que no ha funcionado en ninguna parte; la producción de energía con biodiesel que no solo es contaminante en su proceso de producción, sino que además encarece el precio del maíz y otros productos destinados al consumo humano; la costosa producción de energía a través de la biomasa.
Esos esfuerzos pueden criticarse, pero lo peor es la negligencia de la administración Harper. En el presupuesto del 21 de abril, el gobierno no incluye absolutamente ninguna medida para combatir el cambio climático, dejando la tarea a las provincias. El primer ministro Harper, no solo repudió la firma de Canadá del Protocolo de Kyoto, sino que, además, ya ni siquiera respeta sus propias promesas, o la obligación de anunciar sus cuotas de reducción de gases con efecto invernadero con vistas a la Conferencia de Paris.
Presión ciudadana
El Manifeste pour un élan global refleja la necesidad de la presión ciudadana sobre los gobiernos.
Se requiere reforzar el movimiento ciudadano actual para que obtenga resultados en Quebec y Canadá. Los firmantes se declaran objetores de conciencia determinados a oponerse a la invasión petrolera del territorio quebequense y la destrucción del clima en beneficio de unos pocos. Se trata de un rechazo de la lógica que plantea que no hay otra alternativa que la de continuar con la estrategia energética actual. Los firmantes declaran que el actual es un desarrollo energético y económico no viable, injusto y antidemocrático. Llaman a una transición ecológica que cambie esta dinámica y piden que las reservas actuales de combustibles fósiles no sean explotadas para evitar aumentar el desarreglo climático. Los ciudadanos se activan. Es lo que demostró la marcha Accion climat el 11 de abril en Quebec, la más masiva sobre el tema del cambio climático de la historia de Canadá.
¿Será suficiente?