Melisa en busca de su libertad
ANA SILVIA GARCÍA
El siguiente es el testimonio de Eliza del Castillo, escritora salvadoreña, quien pese a la infancia y juventud dura que le tocó vivir, decide tomar cursos de literatura y volcar en un libro toda su experiencia.
En nuestros países considerados ‘machistas’ pareciera que la suerte de las niñas está echada, porque se debe hacer lo que la familia impone. ¿Cómo fue su infancia?
Nací en San Salvador, soy la cuarta de siete hermanos. Efectivamente, provengo de una familia en la que la preferencia la tiene el hijo varón, mi nacimiento no fue del agrado de mi padre por ser la tercera hija mujer. Su concepto arcaico le hacía pensar que las mujeres no servimos para nada. Mi madre me obligó a trabajar desde muy niña en su panadería. Ella era una mujer muy dura, tal vez por la historia que le tocó vivir, pero compartía el mismo concepto de preferir a los hijos que a las hijas. La obediencia era la consigna para no ser castigada. Trabajo desde los 14 años, aprendí costura y con este trabajo pude subsistir.
En muchos casos la forma de independizarse o huir del yugo familiar que presiona, es el matrimonio a temprana edad. ¿Es este su caso?
Así es, pensando escapar del maltrato del que era objeto tanto de mi madre como de mi padrastro, me refugié en un hombre que tiempo más tarde me abandonó y quedé sola con mis hijos.
¿Cuándo decide venir a vivir a Montreal?
Fui víctima de la guerra civil que explotó en El Salvador en el año 1977 donde dos de mis hermanos fueron asesinados y sufrí persecución durante 10 años. Abandoné mi país en 1986 en una travesía que duró 10 días, donde hubo momentos que no teníamos para comer. Fue muy duro. Luego de mi llegada, años más tarde obtengo un certificado de auxiliar de enfermería y hoy a mis 54 años, decido cambiar de profesión y realizar mi sueño de escritora.
El libro que escribió es una autobiografía. ¿Qué le impulsó a hacerlo?
Tomé la decisión de escribir, como una necesidad de compartir mi experiencia con otras mujeres que estuvieran pasando por lo que yo viví, para ello, tomé curos de literatura. Descubrí entonces que las palabras me salían con fluidez, entonces decidí plasmar toda mi experiencia en Melina en busca de su libertad.
Hasta el momento, siento que he obtenido el 25 por ciento de lo que me gustaría lograr para sentirme realizada como mujer y ser humano.
¿Qué le diría usted a las mujeres que atraviesan por los problemas que a usted le tocó vivir?
Que trabajen para aprender a quererse a sí mismas, que consigan ser autosuficientes porque la dependencia no nos deja avanzar y nos impide salir del letargo. La clave es amor y respeto a sí mismas.
Nos preguntamos cuántas Melinas existen en el mundo y cuántas pueden conseguir su libertad.